El entorno natural, seleccionar un terreno adecuado y variedades adaptadas a la zona, así como aplicar técnicas de cultivo apropiadas son factores que afectan al destino y la productividad de un olivar.
A pesar de que puede influir enormemente en la producción de los árboles, el suelo es un factor clave que se suele pasar por alto.
Seleccionar un terreno adecuado para establecer un olivar
Los olivos que han sido plantados en terrenos llanos y en áreas rodeados por colinas, están expuestos a heladas y corren el riesgo de sufrir daños graves por heladas durante el invierno. El lugar adecuado para plantar un olivar suele ser un terreno en ligera pendiente que finalice en una superficie llana por donde podrán salir fácilmente las corrientes de frío. También son adecuados los campos completamente llanos que no tengan un historial de heladas o vientos fríos. Para obtener una buena producción, el olivo necesita buenas horas de luz solar. No le gustan los suelos con exceso de humedad. Por lo tanto, el olivicultor debe elegir un suelo bien drenado en el que el agua de las precipitaciones no se estanque fácilmente.
Gestión del suelo en olivares de nueva plantación
Antes de plantar olivos jóvenes, debemos mantener el campo en barbecho durante dos o tres años para reducir las colonias de plagas y patógenos. A continuación, durante el otoño del último año, podemos sembrar el campo con veza, una planta excelente como abono verde, e incorporarla al suelo unos meses después. Este método reducirá de forma significativa algunas malas hierbas perennes y enriquecerá el suelo con nutrientes como el nitrógeno.
A continuación, debemos nivelar el suelo del terreno para instalar el sistema de riego del olivar. Esta acción se lleva a cabo antes de un arado profundo de 45 a 50 cm (1,6 pies), que tiene como finalidad destruir las malezas perennes que hayan podido quedar. También hará que el suelo esté menos compactado e impenetrable, lo que contribuirá a que los sistemas radiculares de los árboles jóvenes se desarrollen mejor. No obstante, antes de la labranza, es recomendable realizar un análisis del suelo básico. Los resultados determinarán el tipo y la cantidad de fertilizantes químicos que necesitaremos para mejorar el suelo (pida consejo a un ingeniero agrónomo autorizado). En muchos casos, los agricultores añaden alrededor de 12 toneladas por acre (20 a 30 toneladas por hectárea). En general, al preparar el terreno para plantar olivos debemos evitar el uso de excavadoras pesadas y gradas de discos.
Antes de aplicar cualquier fertilizante en nuestro olivar, debemos comprobar las propiedades naturales del suelo y los niveles de nutrientes disponibles. Estos factores afectan otras variables que acabarán influyendo en la productividad de los árboles. Conocer la cantidad de los nutrientes con los que cuenta el suelo nos ayudará a tomar decisiones y actuar de forma adecuada. Por ejemplo, para tratar la falta o el exceso de un ingrediente evitando estresar los árboles. Dos parámetros muy interesantes son el contenido de calcio y el pH del suelo, ya que ambos afectarán a la absorción de determinados nutrientes que añadiremos al suelo cuando incorporemos los fertilizantes. El pH óptimo para el olivo es de aproximadamente 6,5, aunque un olivo normalmente puede rendir bien incluso en suelos con un pH de 5,5 a 8. Para corregir el pH del suelo antes de plantar olivos nuevos podemos incorporar cal (CaO) al suelo (consulte a un agrónomo autorizado de su zona).
Gestión del suelo en olivares con árboles de más de 7-8 años
Algunas técnicas y métodos de cultivo aplicados en muchos cultivos modernos intensivos aceleran la erosión del suelo. La erosión del suelo provoca menor fertilidad, una subsidencia de la capa freática y cambios negativos en la geomorfología natural. El suelo está considerado como un recurso no renovable. Se necesita de 500 a 1.000 años para crear una capa de suelo de 2,5 cm de espesor. Sin embargo, a menudo damos por sentada esta preciosa fuente natural, creyendo que es algo estable. Los olivicultores pueden adoptar de forma regular determinadas medidas para ayudar al suelo a recuperar la estructura fisicoquímica adecuada y restaurar su fertilidad, mejorar la retención de la humedad, prevenir inundaciones, etc. Es imposible conseguir la mejora de los atributos del suelo con una sola acción por lo que necesitaremos una combinación de diferentes medidas de manera continuada. Algunas deben realizarse anualmente y otras cada 3 ó 4 años.
Cuando los árboles han madurado, muchos olivicultores aplican 30 kg (66,14 libras) de estiércol bien descompuesto cada 3 o 4 años combinado con la fertilización anual normal. Esparcen el estiércol alrededor del tronco del árbol, manteniendo una distancia de 50 cm del tronco. A continuación, labran el suelo con cuidado y lo incorporan al suelo. Esta técnica mejora las características del suelo, como la cohesión. También mejora la textura de los suelos pesados, mantiene la humedad, aumenta su capacidad hídrica, activa los microorganismos del suelo y facilita la absorción de nutrientes.
Abono verde
Aplicar abono verde en los olivares se ha convertido en algo popular en los últimos años. Comienza con la siembra de una planta anual o perenne (veza, alfalfa, judía forrajera) en el olivar inmediatamente después de la recolección de las aceitunas. Justo antes de que la leguminosa alcance la plena floración, la incorporaremos al suelo, normalmente arando. Este método mejora la fertilidad y la estructura del suelo. Además, aumenta la absorción de agua y la capacidad del suelo para retener la humedad y contribuye a la gestión de las malas hierbas perennes y resistentes (especialmente si sembramos veza).
Las leguminosas como la veza, la alfalfa, el trébol, el altramuz, la judía forrajera y el guisante, etc., que enriquecen el suelo con nitrógeno, se utilizan mucho como abono verde en los olivares. Del mismo modo, los agricultores pueden utilizar de forma parcial cereales como la avena y la cebada. Dado que estas plantas absorben cantidades significativas de nutrientes, incorporarlas al suelo es una forma fácil de proporcionar nutrientes a nuestras plantas. En caso de que el oleicultor decida aplicar abono verde, es necesario utilizar material vegetal de propagación que no esté modificado genéticamente (OMG).
Reciclar nutrientes dentro del olivar - utilizar la madera cortada después de la poda
Después de podar, más que retirar las ramas cortadas o quemarlas (como se suele hacer en la agricultura convencional), los olivicultores ecológicos las trituran con un equipo especial y depositan el serrín en el suelo. Esto tiene efectos beneficiosos ya que por cada 1.000 kg (2.205 libras) de madera de olivo que incorporemos al suelo, lo estaremos enriqueciendo con 4 kg (8,8 libras) de nitrógeno, 0,5 kg (1,1 libras) de fósforo, 4 kg (8,8 libras) de potasio, 5 kg (11 libras) de calcio, y 1 kg (2,2 libras) de magnesio (Amirante et al., 2002). Este método reduce la necesidad de utilizar fertilizantes químicos adicionales, la mayoría de los cuales no están permitidos en la agricultura ecológica. De este modo, tenemos las menores entradas y salidas posibles y fomentamos el reciclaje de los elementos dentro del olivar. No obstante, existen algunos casos en los que será imprescindible retirar y destruir del olivar ecológico las partes de las plantas que han sufrido una plaga o enfermedad hay casos en los que las ramas de los árboles deben retirarse inmediatamente de un huerto ecológico, por ejemplo, cuando un tejido del árbol sufre una plaga o una enfermedad.