La degradación del suelo es la disminución gradual de la calidad, la salud y la fertilidad del suelo que pierde la capacidad de sustentar la vida (plantas, microorganismos y animales).
La degradación del suelo puede ser física (erosión eólica e hídrica), química (salinización, contaminación, sobre fertilización, etc.), y biológica (pérdida de biodiversidad y materia orgánica del suelo). Además, reduce la capacidad que tiene el suelo de almacenar carbono hasta un
50-75%, aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. En situaciones extremas, si no se invierte la degradación del suelo, puede llevar a la desertificación de aquellos suelos dañados irreparablemente e incapaces de albergar vida.