La dieta de los consumidores ha cambiado para ajustarse a las últimas modas de adelgazamiento, lo que ha provocado el auge de los edulcorantes artificiales sin calorías. Entre estos edulcorantes destaca la sucralosa (C12H19Cl3O8). Son pocas las veces que nos preguntamos por el destino de estos edulcorantes una vez que entran en nuestro medioambiente. Sin embargo, un estudio realizado recientemente (1) por investigadores de la Universidad de Florida revela que la sucralosa, un endulzante artificial muy popular, puede ser perjudicial para nuestros ecosistemas de agua dulce.
El estudio evalúa el impacto de la sucralosa, también conocida como E955, en los microorganismos de los sistemas de abastecimiento de agua. La sucralosa es uno de los edulcorantes permitidos en Canadá, Estados Unidos, Australia, México, Rusia, Rumanía, China, la Unión Europea y Mercosur. Según las investigaciones, la sucralosa inhibe el crecimiento de las algas verde-azuladas, a menudo conocidas como cianobacterias, que realizan la fotosíntesis para producir oxígeno, ayudan a controlar el contenido de oxígeno del medio marino y sirven de fuente de alimento a diversos organismos, entre los que se encuentran los peces. Cuando los microorganismos consumen sucralosa en lugar de estos nutrientes, se inhibe su crecimiento debido a que las enzimas que normalmente descomponen los azúcares naturales para alimentar su metabolismo son incapaces de descomponer la sucralosa. Una vez que la sucralosa se vierte en nuestro sistema hídrico y en el medio ambiente circundante, puede resultar perjudicial para la cadena alimentaria y alterar ecosistemas con un equilibrio muy delicado.
La exposición de las bacterias acuáticas a la sacarosa
Los sustitutos del azúcar con menos calorías, como la sucralosa, se extraen del organismo, ya que no son metabolizados por el cuerpo humano. Ese es también el punto de partida de la cuestión medioambiental. Los sustitutos del azúcar llegan al agua, los ríos y el suelo, ya que las instalaciones de tratamiento de aguas residuales no son capaces de filtrarlos. Además, la sucralosa es un contaminante persistente, o “sustancia química para siempre”, lo que significa que es difícil de descomponer. Es difícil que las bacterias la descompongan, lo que explica por qué las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés), especialmente no degradables, se encuentran entre los productos químicos perennes cada vez más frecuentes en nuestros ríos, arroyos y mares (2). Las PFAS, o sustancias perfluoroalquiladas, son compuestos artificiales incluidos en una buena parte de bienes de consumo como la ropa impermeable, el maquillaje y los productos para el cuidado de la piel (3). Los PFAS tienen una larga vida media en el cuerpo humano y representan un gran riesgo para la salud ya que pueden provocar cáncer, obesidad, disfunción tiroidea, causar daños hepáticos e infertilidad (4).
Al ser difíciles de descomponer, los edulcorantes artificiales que persisten en nuestro medio ambiente funcionan de forma similar a los PFAS. ¿Cómo se puede solucionar?
Los edulcorantes artificiales no se pueden descomponer por lo que se comportan de forma similar a los PFAS y permanecen en el medioambiente. En caso de que no podamos eludirlos, es necesario disponer de métodos para extraerlos y recuperarlos con eficacia de las aguas residuales. Uno de ellos son las membranas biomiméticas, unos sistemas de filtración que extraen las impurezas del agua utilizando proteínas naturales. Científicos de la Universidad de Aston (Reino Unido), en colaboración con investigadores de todo el mundo, están desarrollando nuevas membranas bioinspiradas (5) que se asemejan a las puertas biológicas que se ven en la naturaleza. Con un poco de energía y presión baja, se pueden extraer determinadas moléculas del agua. Para crear ADN, por ejemplo, las células deben absorber fósforo, pero éste no puede atravesar sin más las membranas grasas que envuelven a cada célula. Por ello, en las membranas de las células encontramos proteínas transportadoras únicas que funcionan como “puertas” especiales para permitir que el fosfato entre en las células. Para eliminar el fosfato del agua de forma precisa para su aplicación comercial, las membranas bioinspiradas extraen e incrustan estas proteínas de transporte en membranas de plástico.
Conclusión
Los resultados mencionados deberían servir de recordatorio a las empresas del agua y a los organismos de regulación para que redoblen sus esfuerzos para minimizar las numerosas fuentes de contaminación química que pueden afectar a la calidad del agua del medioambiente.
Para saber más
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El etiquetado de los complementos alimenticios en la U.E.
Referencias:
- Westmoreland, G. A., Schafer, B. T., Breland, E. K., Beard, R. A., Osborne, Z. T. (2024) Sucralose (C12H19Cl3O8) impact on microbial activity in estuarine and freshwater marsh soils. Environ Monit Assess, 2024 Apr 13;196(5):451. https://doi.org/10.1007/s10661-024-12610-5
- https://www.bbc.com/news/science-environment-67101179
- https://www.fda.gov/cosmetics/cosmetic-ingredients/and-polyfluoroalkyl-substances-pfas-cosmetics
- https://www.eea.europa.eu/en/about/contact-us/faqs/what-are-pfas-and-how-are-they-dangerous-for-my-health
- https://www.aston.ac.uk/latest-news/aquaporin-led-biomem-project-aston-university-wins-eu3m-pathfinder-grant-novel