Revivir los desiertos con la agrosilvicultura sintrópica

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22/10/2024
Revivir los desiertos con la agrosilvicultura sintrópica

La desertificación es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos hoy en día. Los desiertos se están extendiendo a lugares que antes rebosaban de vida y que hace unas décadas ofrecían una buena producción. La causa, en la mayoría de los casos, son las prácticas agrícolas no sostenibles. La humanidad es capaz de destruir, pero también puede ser responsable del renacimiento y la regeneración de los ecosistemas. 

Me gustaría empezar mi artículo con una cita de Masanobu Fukuoka;

“La formación de un desierto no se debe a la ausencia de lluvia sino que la lluvia deja de caer porque la vegetación ha desaparecido”. 

Mis instructores de agroforestería sintrópica me enseñaron lo mismo: la mayoría de la gente piensa que para plantar se necesita agua, pero para tener agua hay que plantar, muy densamente y diversificándola. Así que aquí está nuestra primera lección: no debemos dejar el suelo desnudo, sino que nuestros suelos deben estar siempre cubiertos de materia orgánica descompuesta o, mejor aún, viva.

Una segunda cuestión que me gustaría abordar es que la falta de precipitaciones no es la causa principal de la desertificación, sino la falta de materia orgánica en el suelo. La falta de materia orgánica impide que el suelo retenga el agua. El agua se evapora o se escurre si no puede penetrar en el suelo. En la mayoría de las zonas de clima árido se pueden registrar lluvias torrenciales, pero debido a la superficie inquebrantable y cálida del suelo, combinada con la falta de una capa superior fértil y de materia orgánica, toda esa agua tan preciada se desperdiciará. Sin embargo, con sólo añadir un 1% más de materia orgánica al suelo, la capacidad de retención de agua aumentará hasta 150.000 litros de agua por hectárea. 

Por este motivo, la agroforestería sintrópica se centra, en particular, en aplicar o crear capas espesas de mantillo. La procedencia de ese acolchado son los llamados cultivos de biomasa que plantamos en nuestras fincas. Existen algunas hierbas procedentes de la savana africana que se pueden plantar y segar cada tres semanas para proporcionar un suministro de materia orgánica al suelo constante, aumentando así la retención del agua. También podemos plantar árboles de biomasa con la misma finalidad. 

 

Pero, ¿y si la situación está tan privada de vida que dificulta el crecimiento de hierbas y árboles? En ese caso, debemos encontrar especies capaces de sobrevivir bajo esas condiciones tan duras. Podríamos pensar en especies como los cactus o las suculentas. Estas plantas únicas se encuentran a menudo al principio de una sucesión natural. Según la agroforestería sintrópica, la sucesión describe la tendencia natural a la acumulación de energía. En este proceso, estas plantas crean circunstancias más adecuadas para otras plantas que necesitan captar más energía.  Las típicas especies de plantas pioneras son las malas hierbas, las especies invasoras, los cactus y las suculentas en los desiertos. Los cactus y las suculentas tienen una característica determinante que las hace especiales: incluso en las sequías más severas, sus hojas o almohadillas están siempre llenas de agua.

 

Agua que, obviamente, no encuentran en el suelo. Las suculentas y los cactus captan el agua de la atmósfera. Sus pinchos o estructura foliar, junto con el frescor de la superficie de sus hojas, permiten que se condense el vapor de agua. Esa agua es aspirada/entra por los pinchos. 

Si tomamos las dos frases con las que he empezado este artículo, podemos hacernos una idea de cuál podría ser nuestro enfoque. Podemos plantar esas plantas fuertes y resistentes en densidades considerables (superiores a las que crecerían en la naturaleza). Esta cubierta del suelo evita la evaporación y la erosión, y la luz solar captada por sus doseles se transforma mediante la fotosíntesis en energía (alimento) y mantiene el suelo más fresco.  

Por este motivo es tan importante: el vapor de agua se desplaza del calor al frío. Los suelos desérticos pueden ser muy calientes. Así que toda el agua se evapora inmediatamente. Sin embargo, el suelo fresco invierte esa corriente, atrayendo el vapor de agua más cerca del suelo, donde todas esas suculentas frescas están esperando para absorberlo.  

¿Cuál es el papel en esta sucesión?

Podemos acelerar estos procesos plantando más plantas resistentes a la sequía en grandes densidades. En segundo lugar, podemos cortar y colocar las hojas como una gruesa capa de mantillo. Eso disminuye la temperatura del suelo y la mantiene cerca de los 20 grados centígrados. Ese suelo más fresco con densas capas de materia orgánica en descomposición aumentará la concentración de agua en el suelo, lo que hará posible que ahora crezcan otras plantas. Gracias a esos principios sintrópicos, podemos reverdecer los desiertos incluso sin riego.

Para saber más:

Agroforestería