Los sorprendentes beneficios de las malas hierbas: mejorar la salud del suelo y favorecer los ecosistemas
Las plantas "no deseadas" pueden tener ventajas - Malas hierbas beneficiosas
Las malas hierbas suelen considerarse una molestia en jardines, explotaciones agrícolas y paisajes naturales, pero desempeñan funciones complejas en los ecosistemas. Pueden crecer tanto en suelos alterados como en condiciones adversas y son conocidas por su rápido crecimiento, su prolífica producción de semillas y su naturaleza competitiva. Al competir con los cultivos por los nutrientes, las malas hierbas pueden plantear problemas a la agricultura. Sin embargo, también contribuyen a la biodiversidad y a la salud del suelo. Para equilibrar la productividad agrícola y la sostenibilidad medioambiental, es esencial comprender las funciones ecológicas de las malas hierbas, su gestión y su impacto tanto en los ecosistemas cultivados como en los silvestres.
¿Cuáles son los beneficios de las malas hierbas?
En primer lugar, las malas hierbas mejoran la estructura y la aireación del suelo gracias a sus profundos sistemas radiculares, que pueden romper el suelo compactado. Esto mejora la infiltración de agua, la retención de humedad y la disponibilidad de nutrientes, lo que favorece el crecimiento de los cultivos. Además, al cubrir el suelo desnudo, las malas hierbas ayudan a estabilizarlo y a controlar la erosión, lo que a su vez ayuda a mitigar el impacto de la lluvia y el viento sobre la superficie del suelo.
En segundo lugar, las malas hierbas desempeñan un papel importante en el ciclo de los nutrientes al acumularlos desde los niveles más profundos del suelo. Después de la descomposición de la maleza, estos nutrientes vuelven al suelo, contribuyendo a su fertilidad.
En tercer lugar, las malas hierbas contribuyen a la biodiversidad al proporcionar hábitat y ser fuente de alimento para insectos beneficiosos, aves y otros animales salvajes. Las especies con flores atraen a los polinizadores, como las abejas y las mariposas.
Algunas malas hierbas tienen propiedades medicinales y se utilizan en la medicina tradicional o en remedios herbales. Otras especies son comestibles y pueden utilizarse como forraje para el ganado.
¿Cómo gestionar las malas hierbas de forma equilibrada?
La gestión de las malas hierbas es fundamental para identificar aquellas que son beneficiosas y que aportan beneficios ecológicos. Se pueden utilizar diversas aplicaciones de identificación de plantas como PictureThis, GoogleLens, Seek, iNaturalist y ObsIdentify.
En jardines o zonas pequeñas, podemos eliminar manualmente las malas hierbas que causen mientras que dejamos el resto sin alterar. En los terrenos agrícolas, es posible labrar de manera selectiva. El laboreo superficial no perturba todo el perfil del suelo, preservando así su estructura y los microorganismos beneficiosos. También es posible desherbar y escardar a mano para eliminar las malas hierbas competitivas e invasoras. Además, la rotación de cultivos suprime de forma natural las malas hierbas a la vez que mejoran la salud del suelo. Algunos cultivos de cobertura pueden superar a determinadas malas hierbas y añadir materia orgánica al suelo. También podemos incorporar acolchados orgánicos para suprimir el crecimiento de malas hierbas, conservar la humedad del suelo y añadir nutrientes mediante la descomposición.
Además, también se puede aplicar un control biológico puede aplicarse fomentando las colonias de depredadores naturales que se alimentan de semillas o plántulas de malas hierbas. Esto no solo incluye insectos como los carábidos, los escarabajos vagabundos y las hormigas, sino también aves como codornices, gorriones, palomas y tórtolas. Los roedores como los ratones y los topillos también se alimentan de semillas de malas hierbas. Otros animales que pueden ayudar son los ciervos, los patos y los gansos. Otra alternativa es utilizar el ganado y el pastoreo controlado para combatir el crecimiento de la maleza.
Otra opción es realizar diseños ecológicos que incluyan linderos de protección y barreras vivas que puedan fomentar la biodiversidad y sean hábitat para insectos beneficiosos. De esa manera, las plantas autóctonas y beneficiosas pueden crecer sin interferir en la producción del cultivo.
A continuación, es importante vigilar las poblaciones de malas hierbas y su impacto en los cultivos y el medio ambiente. A partir de sus observaciones, las técnicas de gestión pueden adaptarse a las distintas condiciones según la estación del año.
Ejemplos de malas hierbas beneficiosas
- Trébol (Trifolium spp.): Leguminosa que fija el nitrógeno atmosférico en el suelo mejorando su fertilidad. También proporciona hábitat y alimento a polinizadores e insectos beneficiosos.
- Escarola o achicoria común (Cichorium intybus): Hierba con profundas raíces pivotantes que rompen el suelo compactado y mejoran su estructura. También acumula nutrientes de forma dinámica extrayendo los minerales de los niveles profundos del suelo y poniéndolos a disposición de otras plantas.
- Diente de león (Taraxacum officinale): Planta con raíces pivotantes profundas que rompen la tierra compactada y mejoran la aireación del suelo. Atrae a los polinizadores porque genera néctar a principios de la estación, cuando hay pocas flores disponibles.
- Llantén (Plantago spp.): Las especies de llantén tienen raíces fibrosas que mejoran la estructura del suelo y evitan la erosión. Acumulan nutrientes de forma dinámica y pueden tolerar diversas condiciones del suelo.
- Trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum): Cultivo de cobertura de crecimiento rápido que aporta materia orgánica al suelo y atrae insectos beneficiosos como polinizadores e insectos depredadores.
- Cenizo (Chenopodium album): Planta muy nutritiva con hojas comestibles ricas en vitaminas y minerales. También puede acumular nutrientes del suelo y utilizarse como abono verde o material de compostaje.
- Bledo (Amaranthus retroflexus): Mala hierba con raíces pivotantes profundas que también mejora la estructura del suelo. Acumula nutrientes y puede utilizarse como abono verde rico en estos.
- Girasol (Helianthus annuus): Planta con raíces profundas que ayudan a romper la tierra compactada, mejorando la aireación del suelo. Atrae a los polinizadores y proporciona alimento y hábitat a las aves.
Es fundamental ser consciente de los tipos y cantidades de malas hierbas que gestionamos. Fomentar prácticas sostenibles de gestión de malas hierbas es esencial para mantener ecosistemas equilibrados. Podemos mejorar un programa de gestión integrado de malas hierbas con depredadores naturales, lo que reducirá la necesidad de un control químico excesivo. Compartir conocimientos dentro de las comunidades puede animar a agricultores, jardineros y gerentes de tierras a adoptar métodos más sostenibles, lo que contribuye a la salud general de los entornos agrícolas y de jardinería.
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