La razón para construir un jardín o un invernadero en la azotea de un edificio en la ciudad puede ser comercial pero, cada vez más a menudo, los aspectos sociales que existen tras ello juegan un papel fundamental.
Uno de los principales focos del proyecto de muchas iniciativas de jardines e invernaderos tienen un propósito social, teniendo en cuenta un ámbito determinado de partes interesadas o beneficiarios para utilizar el espacio final como lugar de aprendizaje, experiencia terapéutica o zona recreativa.
Por otro lado, las fincas agrícolas nuevas e integradas cuyo objetivo principal sea la producción comercial también deben tener en cuenta el aspecto social del proyecto, no sólo en sus etapas iniciales, sino también durante la explotación y el desarrollo.
Una evaluación del impacto social es fundamental para determinar el posible efecto que tendrá en la sociedad el sistema de producción o del producto. Los estudios de percepción social pueden dirigirse a grupos de interés específicos en función del objetivo final del proyecto o incluso de la etapa de ejecución en la que se encuentre. Elaborar un estudio social para posibles clientes o visitantes ayudará a prevenir posibles riesgos o impactos negativos sobre la instalación o la finca.
Mientras que el aumento de vegetación y un mayor acceso a productos frescos podría significar una mejora, la aceptación para instalar estos sistemas de producción en el entorno cercano de una persona podría generar una reacción contraria denominada como “NIMBY” (o no en mi patio trasero, por sus siglas en inglés). Por otro lado, la viabilidad y las barreras legales pueden ayudar a determinar las posibles limitaciones a la hora de ejecutar el proyecto y a abordar el cumplimiento social con los obstáculos que ya existan.
Proyectos innovadores como los invernaderos en las azoteas y el uso de sistemas de cultivo no tradicionales como la hidroponía y los sistemas aeropónicos podrían tener que determinar su aceptación social antes que otros proyectos ya conocidos o tradicionales.
Esta percepción social entre los grupos de interés ha sido determinada con anterioridad en investigaciones previas utilizando métodos cuantitativos y cualitativos (Sanyé-Mengual et al., 2016; Specht et al., 2016; Specht & Sanyé-Mengual, 2017) así como las barreras y oportunidades existentes de la implantación del proyecto en cubiertas urbanas (Zambrano et al., 2020; Cerón-Palma et al., 2012).
Al comenzar el proyecto, se recomienda realizar una reflexión bidireccional, que contemple los patrones de consumo de las personas que viven en la zona urbana donde se quiere establecer el invernadero. Estos patrones pueden variar considerablemente en función de la situación laboral, la edad o el tipo de estructura familiar (Toboso-Chavero et al., 2020) y para ello podemos realizar una encuesta.
La segunda reflexión se centra en las opiniones de los residentes sobre el éxito de la construcción del invernadero en la azotea. Las opiniones diferentes son muy importantes y recogerlas ayudará a superar posibles problemas. Con este fin, se pueden recoger las distintas opiniones mediante procesos participativos o cuestionarios.
El paso anterior a esto es comprender quiénes son los principales “protagonistas” o que participarán en el proyecto. Por lo tanto, hay que realizar un estudio de todas las partes involucradas teniendo en cuenta, entre otros, a los usuarios, los clientes, las empresas de construcción, los arquitectos, los municipios y otras figuras públicas.
A continuación, podemos situar a cada una de las partes involucradas en diferentes casillas dentro de una matriz dependiendo de su influencia o el poder que tengan sobre el proyecto:
La primera fase consiste en dos actividades principales. Una es crear la encuesta que mencionamos anteriormente para obtener información sobre posibles clientes del proyecto o la población del entorno.
La segunda consiste en un proceso participativo con las partes implicadas relevantes que se hayan identificado.
El proceso participativo analizará si construir un invernadero en la azotea es oportuno.
La metodología de World café puede ser adecuada si se siguen los tres pasos principales:
Invitar a los participantes a una reunión presencial:
Organizar un equipo de trabajo para preparar la reunión (4 o 5 personas) dependiendo del número de participantes. El equipo preparará los temas de los que se hablarán en pequeños grupos y brindará apoyo técnico. Los organizadores coordinarán los grupos y anotarán todos los comentarios.
Prepararemos las mesas donde se llevarán a cabo las conversaciones de manera que todos los participantes estén cómodos. Se sentarán 4 o 5 personas por mesa y contarán con un proyector para exponer las preguntas. Los participantes se sientan en las mesas, responden a todas las preguntas y se establecen rondas de conversación con los demás participantes para alcanzar mayor riqueza y crítica en las respuestas. Una mesa principal recogerá todas las opiniones; el tiempo máximo de las conversaciones es de 15 minutos. A continuación, el organizador se encarga de recopilar toda la información para que la codifiquen y analicen los expertos.
La segunda fase del estudio social se puede llevar a cabo durante la fase de construcción y explotación del proyecto, con un cuestionario de seguimiento para los visitantes, la comunidad y/o los clientes.
Este cuestionario puede puede abordar los aspectos operativos y de producción de la actividad, como, por ejemplo, la percepción de los sistemas de producción hidropónicos o la percepción del sabor y las propiedades de los alimentos producidos y la percepción del precio y la disposición a pagar.
Tener en cuenta estos pasos es esencial para comprender que la implicación personal en los proyectos puede cambiar las opiniones con el tiempo. Cuanto más conozcan y comprendan un proyecto las personas, más implicación e interés en él tendrán.
La información y la experiencia más críticas pueden producirse con una mirada transparente hacia el público y mediante la organización de actos participativos y sociales. De este modo, el proyecto mira más allá de las ideas preconcebidas iniciales y pregunta a los participantes y visitantes sobre la experiencia del invernadero en la azotea.
Por último, puede realizarse un análisis más profundo de las repercusiones sociales del proyecto a través de indicadores sociales. El impacto de la actividad en los consumidores, los empleados y otras partes interesadas puede ser interesante para comprender los beneficios de las actividades de agricultura urbana de forma más amplia y sistemática.
Algunos de los indicadores sociales propuestos son:
Cubrir la dieta de los residentes (en % y/o valores absolutos)
Invertir en mantenimiento (horas/hogar/año) (Toboso-Chavero et al., 2020)
Compromiso de la comunidad- Apoyo de la organización a las iniciativas comunitarias, mediante cuestionarios/entrevistas) (Benoît-Norris et al., 2013)
Empleo local (en % y/o valores absolutos) (PNUMA/SETAC, 2013)
Aumentar el bienestar mediante cuestionarios/entrevistas (Ambrose et al., 2020)
La estrategia del análisis cambia en función del tamaño del proyecto. Cuando se gestiona un proyecto a pequeña escala con más participación local, lo más recomendable es utilizar indicadores sociales que sean comprensibles y fáciles de medir y que pueden ser cuantitativos o cualitativos. Además, es esencial que la lista de indicadores sea más corta para realizar una gestión de datos fácil pero eficiente.
Para los proyectos comerciales grandes, se puede adaptar mejor una metodología más profunda con el análisis social del ciclo de vida. Esta metodología define los cinco grupos de las partes involucradas: los trabajadores, la comunidad local, la sociedad, los consumidores y los agentes de la cadena de valor.
Seis categorías de impacto: los derechos humanos, las condiciones laborales, la salud y la seguridad, el patrimonio cultural, la gobernabilidad y los aspectos socioeconómicos.
Y por último, las subcategorías de impacto y los indicadores sociales.
Los estudios del análisis social del ciclo de vida suelen centrarse en sectores, empresas o productos fabricados en países en desarrollo con conflictos sociales o intereses particulares.