La colaboración y el networking son fundamentales para los agricultores de todos los sectores en África. Las categorías principales que determinan el nivel y el tipo de colaboración se basan casi por completo en los niveles de productividad. Suelen dividirse en agricultores a pequeña escala, agricultores a mediana escala y agricultores profesionales. Esto se aplica a diferentes actividades agrícolas que van desde los cultivos anuales hasta la horticultura y la ganadería.
Los sindicatos y cooperativas de agricultores desempeñan un papel importante para intentar conseguir un enfoque único a la hora de luchar contra los desafíos a los que se enfrentan los agricultores. Las necesidades básicas cambian en función de la categoría a la que pertenezca el agricultor. Por ejemplo, a un agricultor a pequeña escala no le preocupa demasiado el suministro de alta tensión ya que no afecta a su cultivo de secano. Por el contrario, un agricultor profesional que cultiva trigo de invierno puede verlo como un requisito fundamental para el cultivo del trigo. Además, un pequeño agricultor tendrá menos información sobre las predicciones de precios antes de la temporada de siembra. En cambio, el agricultor profesional puede haber firmado contratos forward con posibles compradores como empresas de transformación de cereales, incluso antes de plantar su cultivo. Lo mismo sucede con la actividad de los ganaderos; un ganadero a pequeña escala no contará con tantos conocimientos para detectar la diferencia entre los síntomas de la perineumonía contagiosa bovina (CBPP) y, por ejemplo, la neumonía bacteriana o vírica, en comparación con un ganadero a gran escala.
El motor del sector agrícola africano son los pequeños agricultores que, según diversas fuentes como Mckinsey, representan el 60% de la población total del continente; según el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la cifra asciende al 70%. Es de este grupo demográfico de vital importancia económica del que nos centraremos en el marco de este breve debate.
¿Cuál es el nivel de colaboración entre pequeños agricultores?
¿Es esta colaboración y networking capaz de satisfacer los requisitos necesarios para ser más productivos y superar los numerosos desafíos a los que se enfrentan? Hasta hace muy poco, a parte de lo que a menudo son programas gubernamentales y de ONGs cuyo objetivo es compartir información sobre las mejores prácticas agrícolas y otros temas importantes para los agricultores en forma de formación, existía muy poca colaboración entre los pequeños agricultores de las zonas rurales donde la mayoría de ellos viven y trabajan.
Un mayor uso de internet y de las aplicaciones de las redes sociales ha influido de forma extraordinaria en la información específica disponible respecto a lo que necesitan los pequeños agricultores y también les ha permitido compartir y encontrar soluciones entre ellos a sus problemas. A pesar de todo, utilizar internet conlleva muchos retos y deficiencias.
En Facebook y WhatsApp, por ejemplo, existen numerosos grupos de agricultores (la mayoría de ellos destinados a pequeños agricultores) de varios países africanos, muchos de ellos con casi un millón de participantes (a veces incluso más). Los grupos comparten información sobre diversos temas como las mejores prácticas de cultivo, los precios de mercado, los costes de los insumos, dónde comprar y vender a precios competitivos y dónde y cómo procesar los productos agrícolas. No obstante, estos grupos de Facebook cuentan con algunas deficiencias como la difusión de información incorrecta, el intento de algunos usuarios de estafar a otros usuarios ingenuos, usuarios falsos que anuncian productos, etc., y la falta de accesibilidad para hacer uso de estas herramientas por parte de quienes no disponen de los recursos económicos suficientes para adquirir un smartphone y de aquellos que no saben leer o carecen de una cobertura adecuada de internet. Debido a esto, utilizar las herramientas de la tecnología de la información y la comunicación (TIC) es exclusivo de aquellos que cuentan con un cierto nivel de educación, que como poco están alfabetizados o son capaces de leer, pueden permitirse tener un smartphone (aunque sea de segunda mano) y no viven en las zonas rurales más profundas sino en las zonas peri rurales cerca de las líneas de ferrocarril y dentro de los límites de la cobertura de la red de telefonía móvil. Por lo tanto, estos usuarios siguen siendo una minoría entre los millones de pequeños agricultores de África, la mayoría de los cuales no saben leer ni escribir y que no pueden permitirse un teléfono móvil inteligente ni utilizar las redes sociales.
A pesar de los problemas que hemos mencionado, los pequeños agricultores siguen colaborando entre ellos. Los que pueden acceder a las redes sociales y utilizarlas suelen pasar la información que viaja de boca en boca de unos a otros; además la radio sigue siendo un medio de comunicación muy importante para la mayoría de los hogares rurales. Por último, las comunicaciones orales por parte de los jefes de las aldeas, los responsables de las cooperativas agrícolas y los oficiales de las extensiones agrícolas del gobierno desempeñan un papel importante en la difusión de la información.
Cómo la colaboración entre agricultores puede hacer que la agricultura sea económicamente sostenible - Un ejemplo real.
El caso de los agricultores de Zambia que intentan añadir valor a su cosecha de soja puede servir de ejemplo de cómo la colaboración y el networking son fundamentales para que la agricultura sea económicamente sostenible. La mayoría de los pequeños agricultores de este país africano cultivaron soja durante la temporada agrícola 2022/23. Durante la temporada anterior los precios de la soja habían alcanzado precios de 550 dólares por tonelada y muchos optaron por plantar soja en lugar de otros cultivos como el maíz con la esperanza de que, en el momento de la cosecha, sus productos obtuvieran un precio competitivo nacional. Sin embargo, debido a la elevada oferta el precio de ese año fue inferior a los 300 dólares por tonelada, una decepción para muchos pequeños agricultores. Como consecuencia, muchos agricultores empezaron a buscar a través de las redes instalaciones para transformar sus semillas de soja en aceite de cocina comestible y harina de soja para alimentación animal. A medida que fue creciendo el interés y la demanda por parte de los pequeños agricultores interesados en añadir valor a sus productos, algunos talleres se fueron anunciando. Los primeros anuncios sobre la creación de estos talleres para procesar la soja se publicaron en las redes sociales, donde se pedía a los interesados que enviaran sus números de teléfono y se les invitaba a participar en un grupo de WhatsApp en el que se daban más detalles sobre la hora, la fecha y el lugar donde tendrían lugar los talleres para procesar el aceite de soja comestible. Esta información se transmitía de boca en boca o a través de anuncios en medios impresos y electrónicos (radio, principalmente) a quienes, por cualquier motivo, no podían acceder a las aplicaciones de redes sociales en smartphones o PC. Gracias a esta comunicación, son cada vez más los pequeños agricultores que conocen estas instalaciones, lo que hace que existan menos agricultores que se apresuren a vender su producción por debajo de un precio equilibrado. El resultado es un incremento de los productos de soja procesados y precios más altos para los granos de soja de los agricultores, lo que hace que el cultivo sea más sostenible desde el punto de vista económico.
Referencias
- https://www.ifad.org/thefieldreport/
- https://www.mckinsey.com/industries/agriculture/our-insights/winning-in-africas-agricultural-market