Agricultura del carbono: una visión general

Agricultura del carbono
Agricultura del carbono

Dr. Sudarshan Dutta

Experto en agricultura del carbono

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En la actualidad, la temperatura de la superficie de la tierra está subiendo rápidamente. Desde la era preindustrial (1880-1900), hasta nuestros días se ha producido un claro aumento de 2 grados centígrados en la temperatura media global del planeta, lo que significa un incremento del calor acumulado considerable a escala global. Se prevé que la temperatura en todo el continente africano aumente entre 2 y 6oC (35,6-42,8 oF) en el siglo actual. Este aumento provoca diversos fenómenos climáticos extremos en distintas regiones del mundo, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Casi el 100% del ascenso de la temperatura que se ha documentado en los últimos cincuenta años se ha debido al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Los estudios indican que el 25% del total de las emisiones mundiales de GEI proceden de las centrales eléctricas, el 10% de la industria, el 14% del transporte y el 6% de la construcción; otros sectores energéticos contribuyen con el 10%, mientras que el sector agrícola genera alrededor del 24% (IPCC (2014). Asimismo la agricultura produce óxido nitroso (N2O) y metano (CH4), que son más potentes en comparación con otros GEI, como el dióxido de carbono (CO2). La emisión de CO2 procedente de la agricultura puede producirse de dos maneras. Cuando los bosques y humedales se convierten en tierras agrícolas, el carbono orgánico del suelo (SOC) presente en el suelo durante siglos se descompone y se convierte en CO2. Si se siguen prácticas de cultivo no sostenibles, al iniciarse las prácticas agrícolas, se producen emisiones procedentes de esas tierras de cultivo. Por ejemplo, se dan emisiones de metano (CH4) debido a la inundación excesiva de los arrozales y al uso inadecuado del ganado; las emisiones de N2O proceden del uso indiscriminado de fertilizantes nitrogenados.

Por otro lado, un campo agrícola bien gestionado que siga prácticas de gestión sostenible puede ayudar a reducir las emisiones de GEI y a mitigar el cambio climático. Algunas de las formas principales de las que las prácticas agrícolas pueden reducir las emisiones de GEI son la mejora de la gestión del suelo, la gestión del estiércol, la gestión del nitrógeno (uso de fertilizantes nitrogenados), la gestión del laboreo y la gestión de los residuos de los cultivos. Mientras que algunas de estas prácticas ayudan a evitar las emisiones de GEI, otras contribuyen al secuestro o extracción de GEI. La palabra evitación se refiere a la cantidad de GEI que se evita con las prácticas mejoradas y la palabra secuestro se refiere a la cantidad de GEI que queda atrapada o «secuestrada» en el suelo de la atmósfera mediante la aplicación de prácticas específicas.

Agricultura de conservación y agricultura del carbono

La agricultura de conservación (AC) es un sistema de cultivo que pretende minimizar la alteración del suelo y mantener o aumentar los niveles de materia orgánica del mismo. Se basa en tres principios: alteración mínima del suelo, la cobertura permanente del suelo y la diversificación de las especies vegetales. El sistema de AC también ayuda a preservar y regenerar la salud del suelo. A la vez, este sistema contribuye al secuestro de más dióxido carbono (C) y ayuda a reducir las emisiones de GEI al absorber el carbono atmosférico en el suelo. El sistema de AC se considera un método de práctica de gestión agronómica con potencial para la intensificación sostenible. El sistema de AC también ayuda a mantener y a regenerar la salud del suelo. Al mismo tiempo, la AC contribuye a la extracción de más carbono (C) y ayuda a reducir las emisiones de GEI mediante la absorción del carbono atmosférico en el suelo.

También es posible extraer las emisiones de GEI con una mejor gestión del agua y prácticas de nutrición de los cultivos en comparación con las prácticas existentes. La reducción de emisiones en términos de equivalencia de CO2 por tonelada se conoce como créditos de carbono, más concretamente, créditos de evitación. La cantidad de carbono secuestrado en el suelo mediante la práctica del sistema de AC también se mide en términos de equivalencia de CO2 por tonelada y se reconoce como créditos de carbono, más concretamente, créditos de secuestro o de extracción.

En particular, las prácticas de evitación y secuestro agrícola se consideran superiores a las prácticas convencionales y son respetuosas con el medio ambiente sin penalización alguna para el rendimiento. Además, restauran la salud del suelo creando beneficios a largo plazo al tiempo que ofrecen créditos a los agricultores que las aplican.

 

Referencias:

FAO, 2010. Carbon Finance Possibilities for Agriculture, Forestry and Other Land Use Projects in a Smallholder Context. pp 6 – 9.

https://www.fao.org/3/me421e/me421e.pdf

https://www.wri.org/insights/everything-you-need-know-about-agricultural-emissions

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