Gestión integrada de plagas (enfermedades y malas hierbas) (GIP): Principios, prácticas y ventajas

Gestión integrada de plagas (enfermedades y malas hierbas) (GIP): Principios, prácticas y ventajas
Gestión de plagas y enfermedades en la agricultura
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El problema de la resistencia de las plagas (y los patógenos) a los pesticidas

Aplicar pesticidas ha ayudado de manera significativa a que los agricultores protejan su producción e incrementen el rendimiento de sus cultivos manteniendo las colonias de plagas bajo control. No obstante, el uso excesivo e imprudente de estas sustancias puede provocar una gran presión de selección en las plagas y dar lugar a que surjan especies resistentes a los pesticidas. Estas especies pueden ser resistentes a uno o más modos de acción y, por lo tanto, a múltiples pesticidas utilizados para el control de plagas. Desarrollar nuevos modos de acción química se ha convertido en algo cada vez más difícil para la industria química y agrícola. En muchos casos no hay pesticidas disponibles, adecuados y certificados/aprobados para determinados enemigos.

Utilizar pesticidas no selectivos, así como la falta de unas pautas para un uso seguro, han llevado a la disminución de los insectos beneficiosos como los polinizadores y los insectos depredadores, haciendo que el problema sea aún mayor. Es más, los residuos de estos pesticidas presentes en productos alimentarios por el incumplimiento de las directrices y las medidas de seguridad es alarmante y ponen en riesgo la salud de los seres humanos.

Gestión Integrada de Plagas (GIP)

La Gestión Integrada de Plagas (GIP) es un conjunto de prácticas que se centra en tratar las plagas de un cultivo específico de manera holística. Esta estrategia se ha aplicado con éxito en todo el mundo en diferentes cultivos, granjas agrícolas de distintos tamaños y condiciones medioambientales. Según Bajwa y Kogan, existen aproximadamente 67 definiciones diferentes de GIP.

Es una estrategia para gestionar plagas y enfermedades con un enfoque holístico y combinar diferentes técnicas de control químico y biológico, variedades resistentes, prácticas de cultivo y manipulación del hábitat.

El objetivo es la gestión eficiente a largo plazo de los “enemigos” de los cultivos, así como minimizar el riesgo y el impacto negativo en el medioambiente, en los organismos que no son el objetivo de este control, en el agricultor y en la comunidad (los consumidores).

Con la GIP, el agricultor invierte en:

  • prevención,
  • diagnóstico precoz y
  • gestión.

No obstante, debido a la complejidad de los sistemas, todavía no existe un certificado para aquellos productores que aplican la GIP. Es importante recordar que mientras que la GIP es una estrategia sostenible, los alimentos producidos bajo este sistema no están considerados ecológicos. 

El papel de la GIP en la agricultura sostenible

  • Control de plagas eficiente y sostenible: a pesar de ser un sistema de gestión de plagas más complejo puede ser muy eficiente a largo plazo y reducir las pérdidas de cosecha y, en algunos casos, reducir los costes de producción. Además, protege las poblaciones de insectos beneficiosos (enemigos naturales de las plagas de los cultivos y polinizadores).
  • Productos más seguros y de mejor calidad y menos costes de producción → mayores ingresos para los agricultores.
  • Reducir los residuos de pesticidas en los alimentos y disminuir la contaminación del suelo y del agua: al reducir la cantidad de residuos de pesticidas en los alimentos, los piensos, la fibra y en el medioambiente, la GIP contribuye a la seguridad alimentaria y del agua.

Los principios de la GIP

  • Conocer las plagas de la zona y sus fisiologías.
  • Supervisar el cultivo a menudo y aprender a identificar a tiempo las etapas de las plagas y los daños que causan.
  • Invertir en prevención, no en control. Mantener las poblaciones de las plagas bajo control y contar con numerosas barreras de protección  es la manera más eficiente de evitar los daños y pérdidas económicas
  • Establecer el umbral de acción: el umbral de acción es el momento en el que, si no se controla, el nivel de los daños (o el riesgo de sufrir daños) que han causado las plagas (o los patógenos) supera el coste de las prácticas de gestión. 

En algunos casos, el umbral de acción está muy vinculado/afectado por las condiciones medioambientales, el tipo y el estado fisiológico del cultivo y de la plaga. Por ejemplo, el mercado de algunos productos frescos tiene unos estándares de calidad (apariencia) muy estrictos (como las verduras de hoja verde). Por ello, el agricultor debe tomar medidas para evitar cualquier daño que pueda provocar que la calidad y el precio del producto disminuyan.

Las plagas de áfidos (pulgones) pueden crear grandes colonias y desarrollar una resistencia a los pesticidas químicos en un breve periodo de tiempo. Por lo tanto, es necesario un control integrado a tiempo. Se aconseja a los agricultores que sigan las instrucciones y los avisos procedentes de los centros de extensión o autoridades locales sobre el momento adecuado en el que deben realizar el control (la mayoría se basan en el seguimiento de la plaga y las predicciones meteorológicas).

  • Utilizar pesticidas químicos debe ser el último recurso y deben ser utilizados con precaución: se recomienda encarecidamente a los agricultores que solo utilicen pesticidas selectivos y que apliquen todas las medidas de seguridad necesarias para proteger a aquellos organismos que no son el objetivo (polinizadores, enemigos naturales, etc.). Es esencial supervisar y comunicar el desarrollo de la resistencia de las plagas a los químicos utilizados. 
  • Combinar siempre varias prácticas de GIP y, si es posible, modificarlas a lo largo de los años: Se ha demostrado que si empleamos siempre la misma técnica (incluso control mecánico) esto puede fomentar la aparición de especies y patovares resistentes.
  • Evaluar siempre la eficacia de las prácticas aplicadas: Esto puede ayudar a mejorar los planes de gestión y encontrar a tiempo problemas de resistencia de las plagas.

Prácticas de un programa de GIP

El agricultor puede elegir el conjunto de medidas más adecuado en función de su cultivo, las principales amenazas de las plagas a las que puede enfrentarse, su capacidad económica, sus  conocimientos y el medioambiente:

  • Control biológico
  • Control físico y mecánico
  • Prácticas de cultivo y variedades resistentes
  • Control químico

1. Control biológico 

Utilizar enemigos naturales de las plagas de los cultivos para mantenerlas bajo control. Se calcula que la función de control biológico del ecosistema tiene un valor anual de unos 400.000 millones de dólares estadounidenses al año frente a los 8.000 millones que los agricultores se gastan en insecticidas.

Dependiendo de la naturaleza del cultivo (invernadero o al aire libre), las plagas y los enemigos naturales, el agricultor puede centrarse tanto en fomentar las poblaciones de enemigos naturales que podrá encontrar en el campo como comprarlas para introducirlas y liberarlas.

En el primer caso, las medidas que apuestan por apoyar y establecer una agrobiodiversidad rica pueden ayudar a acoger a los insectos beneficiosos.

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2. Prácticas de cultivo

Modificar las prácticas de plantación, crecimiento, cultivo y cosecha puede crear condiciones desfavorables para las plagas y los patógenos y disminuir la presión que causan en el cultivo.  Algunas prácticas como una cosecha temprana o plantación tardía pueden centrarse en evitar esos momentos en los que el riesgo de presencia o de aumento de la presión del patógeno o de la plaga es mayor. Utilizar material vegetal de propagación sano es también muy importante. Además,  se ha demostrado que utilizar cultivos trampa e intercalarlos es una técnica eficaz que aplican muchos agricultores de todo el mundo desde hace mucho tiempo.

En este caso, son especialmente importantes las medidas y prácticas que potencian la agrobiodiversidad.

  • Utilizar variedades resistentes: Podemos comprar algunas variedades más resistentes o tolerantes dependiendo del cultivo y del patógeno. No obstante, al igual que sucede con cualquier otra medida, es aconsejable combinar el uso de una variedad resistente con otras prácticas de GIP. El motivo es que los patógenos, cuando se encuentran bajo una gran presión selectiva, pueden desarrollar nuevos mecanismos y lograr infectar plantas (incluso las resistentes). Tal y como sucede con el modo de actuar de los pesticidas, los genes resistentes no son ilimitados y desarrollar una variedad resistente nueva suele requerir muchos años.
  • El papel de la rotación de cultivos en la GIP: La rotación de cultivos es una de las prácticas más eficientes y utilizadas en la gestión de malas hierbas, patógenos y plagas. 
  • El monocultivo ha contribuido al aumento de la población de plagas y patógenos en el campo, lo que ha provocado grandes pérdidas de rendimiento y/o un uso excesivo de pesticidas y el desarrollo de problemas de resistencia a estos productos. La rotación de cultivos que posean características fisiológicas diferentes y que no estén relacionados genéticamente entre sí puede ayudar a mantener bajo control las poblaciones de plagas (esto es también aplicable a los patógenos y a las malas hierbas).

Esta diversificación de cultivos permitirá:

  • impulsar las poblaciones de enemigos naturales
  • reducir la supervivencia  y reproducción de los “enemigos” que no tendrán siempre una planta huésped adecuada
  • crear sistemas con ciclos vitales de duración diferente, demanda de agua y nutrientes, necesidades de control de plagas y enfermedades y prácticas de cultivo, etc. Todo esto disminuirá la presión selectiva en las plagas y patógenos de los cultivos.

El agricultor debe informarse bien y ser prudente a la hora de planificar la rotación de cultivos. Si lo que se pretende con la rotación es gestionar las malas hierbas, las plagas y las enfermedades, el agricultor debe:

  • seleccionar especies que no sean huéspedes de los mismos patógenos y plagas (es mejor utilizar cultivos de familias distintas)
  • decidir los años de rotación -esto está muy relacionado con la supervivencia de los patógenos y las plagas en ausencia de un hospedador-.

3. Control físico y mecánico

El control mecánico puede ayudar a eliminar las plagas y las malas hierbas de los cultivos, creando barreras de entrada al campo y condiciones desfavorables para controlar su población. Algunas de las prácticas mecánicas más utilizadas son:

  • Utilizar aperos para arar profundamente y para desenterrar las semillas de las malas hierbas y de las fases de hibernación de las plagas y los patógenos.
  • Cubrir el suelo con mantillo y esterilizarlo con vapor. Cubrir el suelo con un acolchado de plástico durante el periodo de más calor de la temporada de crecimiento incrementará la temperatura del suelo y matará las semillas de las malas hierbas, las plagas y los patógenos del suelo (p.ej., nematodos). 

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  • Recoger a mano las plagas o sus huevos – esto puede ser útil y posible sólo en pequeñas granjas agrícolas de subsistencia.
  • Utilizar trampas mecánicas. Retirar del campo y destruir las plantas o partes de plantas infestadas (p.ej., triturándolas). Es importante no dejar en el campo plantas, frutas y verduras sin cosechar ya que estas podrán servir como medio de supervivencia para las plagas y los patógenos y mantener su población y dar lugar a nuevas infecciones e infestaciones la próxima temporada.
  • Técnica de la falsa siembra → eficaz para controlar las malas hierbas (sobre todo las anuales).
  • Se pueden utilizar vallas, redes, barreras o cables eléctricos como barreras físicas para mantener lejos a las aves.

4. Control químico

El control químico implica el uso de pesticidas. Se recomienda encarecidamente a los agricultores que solo utilicen pesticidas selectivos y que apliquen todas las medidas preventivas para proteger a los organismos que no son el objetivo (polinizadores, enemigos naturales, etc.). Es esencial supervisar y comunicar a las autoridades el desarrollo de la resistencia de las plagas a los químicos utilizados.

Para obtener la máxima eficacia a largo plazo de los pesticidas aplicados y disminuir los efectos negativos en el medioambiente y en la salud de los agricultores y de los consumidores es necesario seguir una serie de directrices. 

Principios básicos para una aplicación química eficaz

  • Modo de acción (MoA):

Cada producto químico tiene un MoA diferente que ataca los distintos procesos de la plaga/enfermedad. Consulte con un experto para identificar el MoA más eficaz para una plaga específica.

  • Rotar los productos químicos:

Rotar los productos químicos:

Es muy importante alternar entre varios productos químicos con MoA diferentes. Si se utilizan productos químicos con el mismo MoA para combatir la misma plaga existe un gran riesgo de que la plaga desarrolle una resistencia que  dificultará o incluso imposibilitará el control de la plaga en el futuro. Tenga en cuenta que suele haber numerosos productos comerciales con el mismo MoA o el mismo ingrediente activo. Asegúrese de ir rotando productos (por ejemplo, pesticidas) con MoA distintos.

  • Saber cómo funciona el producto:

Los químicos utilizados en la protección de plantas (pesticidas, fungicidas, herbicidas, etc.) pueden tener una acción de contacto o una acción sistémica. Para controlar al “enemigo” del cultivo es importante saber si el producto que está utilizando tiene una acción sistémica o no y cuánto tiempo permanece activo.

  • Utilizar sólo productos autorizados y adecuados para el cultivo de interés:

Es esencial comprar solo aquellos pesticidas que estén permitidos en su país y de distribuidores autorizados. Asegúrese de que el producto es adecuado para el cultivo específico y la plaga que quiere combatir. Compruebe siempre la fecha de caducidad del producto. Es preferible no almacenar grandes cantidades de productos agroquímicos.

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  • Cómo pulverizar el producto en la planta:

Asegúrese de pulverizar y cubrir todas las partes de la planta con el spray, incluyendo las partes interiores y superiores de la planta.

  • Cuando aplicar los pesticidas:
    • Pulverizar a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde (consulte con un agrónomo de su zona).
    • No pulverizar en horas de luz solar intensa, ya que la pulverización puede quemar las plantas (especialmente con los materiales a base de aceite).
    • No pulverizar si se esperan precipitaciones ni poco después de ellas. La humedad de las plantas puede llevarse los productos químicos.
    • Evitar pulverizar en días de viento fuerte y hacerlo siempre en la dirección del viento (nunca en contra).
    • Elegir pesticidas respetuosos con las abejas. Pulverizar cuando las abejas no estén activas (a última hora de la tarde), a ser posible no durante la floración y siempre después de haber informado a los apicultores de la zona.
    • Respetar siempre los días recomendados desde la aplicación hasta la cosecha del cultivo. Lea la etiqueta del producto.

Referencias 

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