El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimiento

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimiento
Flores

Olayemi Ojeokun

Asistente de Investigación en el Departamento de Horticultura y Recursos Naturales de la Universidad Estatal de Kansas

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Descubrir la ciencia del césped: cultivar campos verdes

¿Qué es el césped?

El césped es una cubierta vegetal de bajo crecimiento con un extenso sistema de raíces fibrosas. Aunque el césped no es la parte principal de un paisaje, puede cubrir la mayor superficie de éste. En Estados Unidos, el césped ocupa unos 35.850 km2 (Milesi et al., 2005). El césped es bueno para el medioambiente, la sociedad, la economía e incluso para embellecer algo. Estos beneficios son las razones por las que el césped se planta y utiliza en muchos lugares. 

Los céspedes se clasifican en:

  • Césped de temporada fría: los céspedes más utilizados de temporada fría son: poa annua, agrostis capillaris, agrostis stolonifera, festucas, poa de los prados, ray grass inglés, cañuela alta, y agróstide canina.
  • Césped de temporada cálida: los céspedes de temporada cálida más utilizados son: hierba bermuda, bermuda híbrida, pasto bahía, hierba búfalo, axonopus, pasto ciempiés, grama de agua, gramilla de San Agustín, zoysia.                                              

Beneficios del césped

  1. Beneficios atmosféricos: el césped absorbe los contaminantes atmosféricos como el dióxido de nitrógeno, el amoníaco, el ozono, el dióxido de azufre, el plomo y los compuestos orgánicos volátiles (Stier et al., 2013) y mejora la calidad del aire. Por ejemplo, el césped secuestra carbono, que luego se almacena en el suelo en forma de carbono orgánico. El mundo está en constante búsqueda de distintas formas de reducir las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera y el secuestro de carbono es sólo una de ellas (Follett et al., 2011). 
  2. Filtrar el agua: el césped actúa como filtro natural para evitar la erosión del suelo y filtra el agua de lluvia. Este proceso es fundamental para recargar las aguas subterráneas y evitar la sedimentación en las masas de agua. Una franja o barrera viva de poa de los prados recarga las aguas subterráneas en una tasa similar a la de una pradera de césped y reduce el volumen de agua drenada (Steinke et al., 2009).
  3. Conservar el suelo: las raíces fibrosas y extensas del césped ayuda a unir el suelo. Permite que la tierra no adecuada para los cultivos se utilice para la comunidad como, por ejemplo, parques de recreo. La reposición de tejidos vegetales añade materia orgánica al suelo y mejora el carbono, el nitrógeno y la fertilidad del suelo, lo que incrementa la capacidad de retener el agua del suelo y de intercambio catiónico.
  4. Reducir la huella de carbono: en comparación con otras coberturas del suelo, el césped necesita menos recursos de mantenimiento. Si se gestiona con cuidado, puede reducir muchas de las huellas de carbono de las prácticas paisajísticas.
  5. Valor estético: además de los muchos beneficios medioambientales, el césped también contribuye a la estética de los paisajes urbanos y suburbanos. El césped proporciona un color verde durante la mayor parte del año y tiene un valor ornamental cuando está en dormancia; por ejemplo, la zoysia (Zoysia spp.) cuenta con un color dorado pajizo cuando está dormante. La hierba cortada da una sensación de amplitud que no puede compararse con el paisaje con árboles o arbustos y es la razón por la que se dice que es el punto de atención en un paisaje.
  6. Reducir el ruido: gracias a su estructura y densidad, el césped puede absorber y amortiguar el sonido. Absorbe ruidos mejor que las superficies duras y la reflexión multidireccional de la luz entre las hojas reduce el deslumbramiento, una ventaja en aquellas zonas donde se desea tranquilidad. 
  7. Beneficios económicos: la industria estadounidense del césped facturó unos 57.900 millones de dólares y generó unos 822.849 puestos de trabajo en 2002 (Haydu et al., 2006). Entre ellos se encuentran las empresas que se dedican al cultivo de césped, los servicios de mantenimiento, los campos de golf, el césped deportivo, las fábricas de maquinaria para el cuidado del césped y las tiendas de jardinería. La investigación también ha demostrado que las casas que cuentan con un césped bien cuidado aumentan entre un 5 y un 11% su valor (Behe et al., 2005).

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimiento

Plantar/instalar césped

Para plantar o instalar el césped debemos preparar el suelo llevando a cabo un análisis de la tierra, seleccionar la hierba que queremos plantar y cuidarla durante la fase de crecimiento. Además de sembrar las semillas, otros métodos para instalar césped son:

Métodos más habituales para instalar césped

  • Tepes: uno de los métodos más eficaces para instalar césped. Consiste en trasplantar tepes de césped consolidado de una zona a otra. Proporciona césped maduro y uniforme en un solo día y, si es de buena calidad, sin malas hierbas.

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimientoImagen 1: Tepes Zoysia en rollos

  • Resiembra y estolonización: consiste en cubrir con estolones en lugar de sembrar la superficie del suelo. Es una de las maneras más efectivas de instalar gramíneas estoloníferas. También se utiliza para obtener césped uniforme de un tipo genético.

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimiento

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimiento

Imagen 2: Estolones de hierba bermuda creciendo en el suelo. Cortesía: UC IPM

  • Dados: consiste en trasplantar pequeños dados de tepes de forma intermitente. Podemos obtener estos cuadraditos cortando tepes o utilizando una herramienta diseñada especialmente para ello (taponador).

El césped: beneficios, tipos y consejos de mantenimientoImagen 3: Dados de Zoysia

Cómo gestionar el césped

Segar

La práctica agrícola más común aplicada a los céspedes es la siega (Busey y Parker, 1992). No obstante, los estudios han demostrado que la hierba no se desarrolla con ella; sólo la toleran (Christian et al., 2017). El hecho de segar supone estrés para el césped ya que eliminamos tejidos que la planta utilizaría para la fotosíntesis y la privamos de la capacidad de producir los carbohidratos que necesita para funcionar (Huang et al., 2006). Al segar también cortamos la cutícula externa y provocamos heridas que pueden permitir la entrada de organismos fúngicos. No obstante, estas gramíneas son algunas de las plantas del planeta que están mejor preparadas para soportar la defoliación. La principal regla es no segar más de un tercio del tejido que sobresale de la tierra en una sola vez. Eliminar más del 40% de la planta puede detener el crecimiento de las raíces hasta dos semanas. 

Riego  – necesidades hídricas del césped

El factor clave para determinar cuánto agua necesita la planta es la evapotranspiración (ET). Este término puede representarse en dos procesos 

  1. evaporación, es decir, la pérdida de agua de la superficie del suelo, y 
  2. transpiración, es decir, la pérdida de agua de la planta. 

El césped pierde agua por la transpiración debido a que su dosel cubre la superficie del suelo. Los factores que afectan a la ET son la temperatura, la humedad, la velocidad del viento y la radiación solar. Las necesidades hídricas del césped dependen del clima de la zona; si gestionamos las especies de césped de la manera adecuada es posible cultivarlo en una zona fría sin un riego suplementario con mayor altura de siega. La sequía no sólo puede darse en verano sino que el césped puede también sufrirla durante el invierno (Christians et al., 2017). Durante el invierno, la sequía puede producirse por desecación. Regar es algo necesario en las regiones áridas y suele ser una de las principales preocupaciones a la hora de elaborar el presupuesto de mantenimiento (Christians et al., 2017).

Para programar el riego debemos tener en cuenta las pérdidas por evapotranspiración, la capacidad del suelo de retener el agua, la profundidad de las raíces, la tasa de infiltración y la variedad cultivada. Las necesidades hídricas para los céspedes de temporada cálida es de entre 40 y 60 pulgadas de agua (hasta 1,6 millones de galones por acre o 400-600 mm por hectárea). No obstante, un déficit de riego puede ser también beneficioso.

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Referencias

https://aggie-hort.tamu.edu/plantanswers/turf/publications/water.html

Behe, B., J. Hardy, S. Barton, J. Brooker, T. Fernandez, C. Hall, J. Hicks, R. Hinson, P. Knight, R. McNiel, T. Page, B. Rowe, C. Safley, and R. Schutzki. 2005. Landscape plant material, size, and design sophisti- cation increase perceived home value. J. Environ. Hort. 23:127–133.

Busey, P., and J. H. Parker. 1992. Energy conservation and efficient turfgrass maintenance in D.V.

Waddington, R. N. Carrow, and R. C. Shearman, eds., Turfgrass. Agronomy Monograph 32. ASA, CSSA, and SSSA, Madison, WI, pp. 473–500

Christians, N. E., Patton, A. J., and Law Q. D. 2017. Fundamentals of turfgrass management. John Wiley & Sons, Inc

Follett, R., S. Mooney, J. Morgan, K. Paustian, L. H. Allen, Jr, S. Archibeque, J. M. Baker, S. J. Del Grosso, J. Derner, and F. Dijkstra. 2011. Carbon Sequestration and Greenhouse Gas Fluxes in Agriculture: Challenges and Opportunities. Council for Agricultural Science and Technology (CAST), Ames, IA.

Haydu, J. J., A. W. Hodges, and C. R. Hall. 2006. Economic impacts of the turfgrass and lawncare industry in the United States. University of Florida IFAS Extension Pub. FE632.

Huang, B., X. Liu, and Q. Xu. 2006. Low-carb diet. USGA Green Sect. Rec. 44(2):10–12.

Milesi, C., S. W. Running, C. D. Elvidge, J. B. Dietz, B. T. Tuttle, and R. R. Nemani. 2005. Mapping and modeling the biogeochemical cycling of turf grasses in the United States. Environ. Mgt. 36:426–438.

Steinke, K., J. C. Stier, and W. R. Kussow. 2009. Prairie and turfgrass buffer strips modify water infiltration and leachate resulting from impervious surface runoff. Crop Sci. 49:658–670.

Stier, J. C., K. Steinke, E. H. Ervin, F. R. Higginson, and P. E. McMaugh. 2013. Turfgrass benefits and issues, in J. C. Stier, B. P. Horgan, and S. A. Bonos, eds., Turfgrass: Biology, Use, and Management. Agronomy Monograph 56. ASA, CSSA, and SSSA, Madison, WI, pp. 105–145.

 

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